
Uno se hace la pregunta con cara de circunstancia, metiéndola inmediatamente al canasto de los cuestionamientos serios, pero después de darle unas vueltas al asunto, uno se da cuenta de su estupidez, de su profunda vaguedad y torpeza. Frustrado, uno la almacena para siempre en la categoría de las preguntas imbéciles del tipo ¿Se puede…