Te invito a recorrer la historia de la literatura chilena, desde los más general hasta lo que nos compete: la literatura chilena fantástica.
por I. C. Tirapegui
Literatura
Lo primero es definir qué es literatura. Según la RAE, la literatura es el «arte de la expresión verbal», donde verbal «se refiere a la palabra, o se sirve de ella». Ergo, la literatura abarca tanto «textos escritos como hablados o cantados». En un sentido estricto, esto es correcto ya que las primeras obras literarias fueron compuestas para ser cantadas y/o recitadas. Sin embargo, han pasado milenios desde entonces, por tanto más actualizado sería decir «textos escritos para ser leídos y/o hablados y/o cantados». Lo que nos lleva a una segunda conclusión: otra vez estoy en desacuerdo con la RAE (leer primer desacuerdo). Pero más allá de los desacuerdos, si aceptamos la idea contemporánea de “lo verbal”, la definición quedaría así: literatura es el arte de expresar a través de textos escritos para ser leídos y/o hablados y/o cantados.
Ahora, esta sería la definición de la palabra en sí, es decir, el significado del significante. Pero toda palabra es un concepto y este caso no es la excepción. El término literatura también se usa para designar al conjunto de textos que versan sobre un arte o una ciencia, como es el caso de la literatura médica, literatura jurídica, etc. O para referirse a la producción literaria de una nación, una época, un género y más. Por ejemplo: la literatura griega, la literatura del siglo XVIII, la literatura fantástica, la literatura ñoña y lo que nos convoca, la literatura chilena…
Literatura de Chile
La literatura chilena se refiere a las obras literarias publicadas en Chile, escritas o no por autores chilenos. Dentro de ella, destaca el ámbito de la poesía, con poetas de inmenso renombre internacional, como Gabriela Mistral o Pablo Neruda, por nombrar a dos. Igualmente, destacan grandes autores del libro chileno, como Gonzalo Rojas, Jorge Edwards, Roberto Bolaño, Antonio Skármeta, José Donoso, Pedro Lemebel, María Luisa Bombal, etcétera.
Historia de la literatura chilena
Orígenes
Los nativos de esta angosta faja de tierra no escribían y sus vecinos recién comenzaban a hacerlo, por lo que la historia de la literatura chilena comienza durante la conquista, en el siglo XVI. Los españoles trajeron consigo a cronistas que tenían la función de describir los acontecimientos acaecidos y posteriormente, exponerlos al rey. Eran el servicio informativo de la época y se podrán imaginar lo tendencioso que es cuando solo una persona edita la noticia.
Dentro de estos cronistas destacó Alonso de Ercilla con su poema épico La Araucana, que describe la lucha entre españoles y mapuches durante la época en que lo tocó asistir. Quizá esta es la primera obra de la historia de la literatura chilena. A su trabajo le siguió Arauco Domado, de Pedro de Oña, que es probablemente el primer escritor en exportar su obra, ya que años más tarde, Arauco Domado fue adaptado al teatro por el famoso dramaturgo Lope de Vega. ¿Habrá pagado por los derechos de autor?
Además existen otros textos indispensables y que hoy son referencia para entender el proceso histórico y social del país. Y en particular su desarrollo literario. Entre ellos destaco a: Jerónimo de Vivar (Crónica y relación copiosa y verdadera de los reinos de Chile, 1558); Alonso de Góngora Marmolejo (Historia del Reino de Chile, 1575); Diego de Rosales (Historia general del Reyno de Chile), Alonso de Ovalle (Histórica relación del Reyno de Chile, 1646); y Francisco Núñez de Pineda y Bascuñán, autor del Cautiverio Feliz (1673), obra en la cual me inspiro para mi nuevo libro.
Más tarde vinieron otros muchos textos, pero la literatura chilena siguió en manos de unos pocos y en general, hasta el siglo XIX la historia de la literatura chilena se escribió dentro de las paredes de iglesias, claustros y conventos, quienes se caracterizaban por escribir cartas espirituales, diarios, autobiografías y epistolarios.
Así pues, en esta época la lectura fue una práctica realizada por una minoría, situación que comenzó a cambiar a partir de 1840, cuando un grupo de intelectuales impulsaron la enseñanza de la lectura. Este grupo consideraba que “la lectura era la mejor herramienta para incentivar el desarrollo del país”. Un discurso que se escucha hasta el día de hoy, solo que reemplazaron la palabra “lectura” por “educación”. Algo hemos avanzado.
Sociedad Literaria de 1842
La creación de la Sociedad Literaria de 1842, cuyo discurso inaugural fue realizado por José Victorino Lastarria, tenía el objetivo de impulsar la formación de la juventud y promover una literatura con identidad nacional, funcional al proyecto político liberal de nación, que proponía la clase ilustrada chilena. También hizo hincapié en la ilustración como factor fundamental del progreso de Chile, fomentó la originalidad e impulsó al rechazo de los modelos extranjeros.
La Sociedad Literaria de 1842 duró poco más de un año, pero fue el inicio de la difícil relación de amor y odio entre el ciudadano medio y los libros. Su principal logro fue la publicación del Semanario de Santiago, que fue clave para la masificación de las revistas literarias en Chile.
Entre los escritores y políticos que participaron de esta sociedad destacaron Sanfuentes, Jotabeche, Francisco Bilbao, Manuel Antonio Tocornal, Antonio Varas, Aníbal Pinto y Domingo Santa María.
Menciono esto, pues esta debe ser la primera institución literaria formal creada en Chile y con ella damos principio a las tendencias de la literatura chilena…
Romanticismo
El romanticismo en Chile puede dividirse en 3 generaciones: del 1837, 1852 y 1867.
La de 1837 o generación costumbrista, se caracterizó por el desarrollo del costumbrismo con énfasis en lo pintoresco y realista, desde un punto de vista crítico y satírico. En esta generación destaca Mercedes Marín del Solar, Rosario Orrego, Vicente Pérez Rosales y José Joaquín Vallejo.
La de 1852, o generación romántico-social, tuvo una postura más radical y muestra al pasado como justificación del presente. En esta generación sobresalen José Victorino Lastarria, Salvador Sanfuentes, Martín Palma, Eusebio Lillo, Guillermo Matta y Guillermo Blest Gana.
La de 1867, o generación realista, se caracterizó por su visión realista de la realidad local. Destacan Alberto Blest Gana (Martín Rivas), Daniel Barros Grez, Eduardo de la Barra, Zorobabel Rodríguez, José Antonio Soffia, y Liborio Brieba.
Con estos autores, el romanticismo cumplió con una de las eternas misiones del arte: retratar la sociedad que lo contiene. Y en este caso particular, desde la visión de la literatura.
Realismo
El realismo inicia en 1862, con la novela Martín Rivas de Alberto Blest Gana, y se extiende hasta 1947. Tuvo dos corrientes y autores pricipales: el realismo romántico de Blest gana y el realismo naturalista de Luis Orrego Luco. Ambos retrataron su época como un período de transición entre la emancipación de la herencia colonial y el comienzo de la sociedad capitalista. Pero cada uno lo hizo desde su trinchera: Orrego Luco enfatizó en las consecuencias negativas, mientras que Blest Gana acogió con optimismo el cambio.
Además de Martín Rivas, Blest Gana destacó por Los trasplantados, publicado 1904, obra en la que analizó el comportamiento de los chilenos radicados en París. Por su parte, Orrego Luco sobresalió por sus 2 ciclos narrativos, donde describía a la sociedad chilena según su visión. El primero se denominó Escenas de la vida en Chile e incluyó las obras Playa negra, Un idilio nuevo, Casa grande y El tronco herido. El segundo ciclo, llamado Recuerdos del tiempo viejo, está constituido por las obras En familia y A través de la tempestad, donde aborda el final del S XIX.
Obviamente, no puedo dejar fuera a Baldomero Lillo, autor de Subterra (1904), en la que describió las precarias condiciones de trabajo en las minas del carbón en Lota. Subterra tuvo gran aceptación y su primera edición se agotó en tres meses. Debido a esto, Lillo quiso emular su éxito anterior y en 1907 publicó Subsole, con cuentos basados en la vida campesina y los pescadores. Menciono este hecho, pues Subterra probablemente es el primer Best Seller de la literatura chilena y junto a Subsole, también debe ser la primera saga literaria publicada en Chile.
Criollismo
El criollismo fue un movimiento propio de la literatura chilena. Nació a fines del siglo XIX y perduró durante la primera mitad del siglo XX. Extensión del realismo, su objetivo era describir de manera objetiva la vida rural del país. El criollismo se desarrolló en medio de una tendencia generalizada a privilegiar la ciudad como centro de desarrollo en vez de la vida campesina e interpretó, en palabras de Mariano Latorre, “la lucha del hombre de la tierra, del mar y de la selva, por crear civilización en territorios salvajes, lejos de las ciudades”. Dotó a los personajes de un carácter heroico, aunque su lucha siempre terminaba en derrota, lo que da para especular respecto del carácter derrotista de las generaciones anteriores a nosotros. Entre estos primeros criollistas, brillaron con luz propia Alberto Blest Gana, Baldomero Lillo y Latorre, con Zurzulita, publicada en 1920.
Modernismo
El término modernismo denomina a un movimiento literario, principalmente poético, que se desarrolló entre los años 1880-1920 y se caracterizó por una gran rebeldía creativa, un refinamiento narcisista y aristocrático, carácter cosmopolita y una profunda renovación estética del lenguaje y la métrica. Su inicio esta asociado a la publicación de Azul…, de Rubén Darío, en 1888.
Entre los exponentes nacionales del modernismo, podemos nombrar a: Ambrosio Montt y Montt, Alberto del Solar, Luis Barros Méndez, Leonardo Eliz, Narciso Tondreau, Pedro Antonio González, Clemente Barahona Vega, Julio Vicuña Cifuentes, Ricardo Fernández Montalva, Alfredo Irarrázaval Zañartu, Augusto Winter, Gustavo Valledor Sánchez, Egidio Poblete, Samuel A. Lillo, Abelardo Varela, Marcial Cabrera Guerra, Horacio Olivos y Carrasco, Antonio Bórquez Solar, Zoilo Escobar, Manuel Poblete Garín, José Santos Chocano y Miguel Luis Rocuant, entre otros.
Grupo literario Los Diez
Los Diez o «Los X» fue un grupo formado por arquitectos, escritores, escultores, músicos y pintores chilenos y protagonizó la escena cultural entre 1914 y 1924. Fue uno de los grupos más destacados de la literatura chilena (y el arte en general) y uno de los principales movimientos intelectuales chilenos del siglo XX.
El nombre de «Los Diez» se originó en una conversación entre Pedro Prado y el arquitecto Julio Bertrand. En 1914, Prado pasaba por una pésima situación económica y Bertrand le preguntó si creía que en Santiago habría otras personas que en su situación tendrían la misma actitud alegre y creativa. «Tal vez buscando, deben haber unas diez», dijo Prado. Bertrand replicó que «le gustaría conocerlas». Esto marcó el nacimiento del grupo, comenzando con una serie de reuniones en casa de Prado.
Su primera aparición pública fue el 19 de junio de 1916, cuando se celebró la Primera Exposición de Los Diez, con obras de Manuel Magallanes Moure, Alberto Ried y Pedro Prado, en el Salón de El Mercurio.
Integrantes:
- Pedro Prado (escritor, pintor y arquitecto). Premio Nacional de Literatura 1949.
- Manuel Magallanes Moure (escritor y pintor).
- Juan Francisco González (pintor).
- Julio Bertrand Vidal (arquitecto, pintor y fotógrafo).
- Acario Cotapos (músico). Premio Nacional de Artes Musicales 1960.
- Alfonso Leng (músico, compositor). Premio Nacional de Artes Musicales 1957.
- Armando Donoso (crítico literario, periodista).
- Julio Ortiz de Zárate (pintor).
- Alberto Ried Silva (escritor y escultor).
- Ernesto Guzmán (poeta).
- Alberto García Guerrero (músico).
- Augusto D’Halmar (escritor). Premio Nacional de Literatura 1942.
- Eduardo Barrios (escritor). Premio Nacional de Literatura 1946.
Como ven, fueron más de 10 los hombres que enfrentaron la sociedad santiaguina de la época, con una actitud alegre y creativa…
Literatura fantástica o ñoña
A las corrientes antes mencionadas, una nueva generación de escritores se incorporó al acervo cultural chileno y con ellos apareció la literatura fantástica o ñoña. Esta corriente moderniza la vieja escuela de los asuntos existenciales góticos, y les agrega lo terrorífico, lo mágico, lo onírico y lo diabólico de la cultura popular. Su origen probablemente está en los autores María Luisa Bombal, La Amortajada (1938), Elena Aldunate y su Juana y la cibernética (1963) y Carlos Droguett, con su libro Patas de Perro (1965).
Portadas de libros chilenos ñoños
Por supuesto, no se puede hablar de literatura chilena sin al menos mencionar el género donde Chile ha sido más destacado y galardonado: la poesía. En este ámbito, tenemos escritores reconocidos internacionalmente y cuyos nombres están grabados sobre piedra en la historia de la literatura universal. Pero como este es un tema que no entra dentro de los dominios de la nación Ñoño, lo dejaré apenas esbozado en estas breves líneas y con el nombre de estos 5 destacados autores: Gabriela Mistral, Vicente Huidobro, Pablo Neruda, Pablo de Rokha y Nicanor Parra.
Historia de la literatura chilena ñoña
Ahora bien, este es el portal Ñoño y obviamente, lo que ofrecemos y promocionamos es arte ñoño y productos artísticos de género fantástico. Pero en este caso, concentramos los esfuerzos en obras literarias (novelas, antologías, ensayos, cuentos, cómic, novelas gráficas, etc.) de ciencia ficción, terror y fantasía, creadas (escritas y/o ilustradas) exclusivamente por autores chilenos. Si quieren conocerlos, visiten este link.
Con esto me despido hasta un próxima oportunidad, pero antes los invito a ver, leer y compartir mis 3 novelas de fantasía: Al sur del Biobío, Orbis y Ngen Mapu. Porque la historia de la literatura chilena es una novela de la que siempre se están escribiendo nuevos capítulos.
¿Te gustó esta entrada? Entonces suscríbete a nuestra lista de correos. Escríbenos al whatsapp con el título “suscribir”, más tu nombre y mail.
Me imagino que la historia de la literatura chilena del siglo XX va más allá de Los Diez y de un par de escritores fantásticos.
Emmm gracias 😉
Feliz traslación Cisternoff!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!