Compadre Moncho, el cómic. Reseña.

Compadre Moncho, el cómic

En 1950, Superman #62 reunía al último hijo de Kripton, con el director, mago, actor y genio Orson Welles. En la historieta titulada “Black Magic on Mars“, el director de “El Proceso” rompía con los límites de la física y la credulidad, al combatir mano a mano junto a Superman. Hoy, 68 años después, Mythica Ediciones lleva a las viñetas al “Mito Pop Chileno”: el legendario Adriano Castillo y su inmortal personaje “el Compadre Moncho”.

Compadre Moncho, el cómic

En “Fausto Sudaca”, la primera colaboración entre Sebastián Castro y Hugo Aramburo, reinterprentan un mito romántico europeo, pero situado en el Chile de los últimos 30 años. Además, el cómic del “Compadre Moncho” lleva a uno de los íconos más entrañables de la televisión chilena a emular a personajes clásicos del cine y la televisión a nivel mundial.

Es así como en 2018 llega a nuestras repisas las atípicas y atemporales aventuras del chileno más ubicuo de la historia, con la obra: “Adriano Castillo en: Compadre Moncho, El Cómic“. Y esta es su reseña…

Argumento

En 24 páginas, Kobal y Sebastián Castro lanzan a la leyenda nacional más allá del aquí y ahora, en dos entretenidas historias. En la primera, escrita por Kobal, vemos a nuestro héroe desarrollando uno de los divertimentos favoritos del mismísimo Adriano Castillo… apostar a los caballos. Justo en este momento, una de las personas más importantes del país pide su ayuda.

Compadre Moncho, el cómic

Y en un par de viñetas, que me trajeron mucho a la memoria el encuentro entre Isabel II y James Bond (Daniel Craig) dentro del Palacio de Buckingam, en la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Londres 2012, nuestro agente con licencia M.O.N.C.H.O, visita La Moneda para recibir órdenes directas de su Excelencia (sic) el Presidente de la República, quien le informa sobre su próxima misión: rescatar a un integrante de la familia presidencial que corre ¿peligro? Acción, humor, muchos guiños a la cultura pop y una que otra aparición especial .

La segunda historia, nos lleva a un futuro distópico: un Santiago en ruinas recibe a un solitario visitante al más puro estilo “Soy Leyenda”. Nuestro protagonista lleva “cierta marca” que lo hace elegible para conocer los arcanos secretos que guarda un extraño santuario y su cuidadora. Cómo en “Esto es America Charlie Brown” o “Forrest Gump”, vemos a “El Primer Compadre de la Patría” viajando a través de los siglos de la historia de Chile (aun no entiendo que significa el vestuario de Moncho al encontrarse con Pedro de Valdivia ¿el decimotercer apóstol?), luchando por la justicia y disfrutando de esas cosas bellas que tienen la vida.

El “Connor Macleod” sudamericano realiza el viaje del héroe para salvar al país de la opacidad, la tristeza y amargura, en un relato que sale de los labios de su última sacerdotisa: Theta.

Ambas historias terminan con puntos suspensivos más que con puntos finales. ¿Leeremos más de las atípicas y atemporales aventuras del último sobreviviente de la familia Venegas? Quizá… el futuro, quién lo conoce.



el Dibujo

Hugo Aramburo, experimentado dibujante mexicano, vuelve a mostrar lo mejor de su depurado estilo en blanco y negro. Sus lápices no pierden la proporción cuando busca darles tridimencionalidad (seguro más de alguna vez has visto alguna extremidad que pierde la proporción comparada con el torso o la cabeza; al más puro estilo de los dibujos noventeros de Rob Liefeld). Pues eso no se ve en los dibujos de Aramburo, que nunca olvida la escala y la proporción, dando elegancia y contundencia a sus personajes.

Compadre Moncho, el cómic

Otro aspecto destacado, es que logra con ciertos detalles sugerir movimiento a sus personajes, algo que se ha perdido un poco con los sistemas de diseño digital. Se me viene a la memoria el dibujo de Gabriel Hernández Walta en “Visión: Visiones del futuro”, donde sus personajes parecen siempre congelados y sin vida.

Aramburo, en cambio, es un representante de la escuela clásica de la historieta. Sus trabajos aparecen en la inolvidable “Heavy Metal”, que muchas veces justificaba una hojeada solo por sus extraordinarias ilustraciones. Mención aparte son sus figuras femeninas, siempre armónicas y sutilmente sensuales.

Con 24 páginas y un extraño formato de 15 x 22 cms, quizás hubiese sido mejor una grapa con tapas más gruesas o rotular en el lomo el título del cómic (un gesto al lector que se agradecería).

Compadre Moncho, el cómic

Para concluir con “Adriano Castillo en : Compadre Moncho. El Cómic”

Dibujos desde Mexico con un lápiz que conoce muy bien el oficio; dos historias ágiles, sencillas y livianas, llenas de acción, risas y muchos guiños a la cultura pop; y un ícono pop, quizá el último gran héroe de la cultura chilena, que lucha contra la opacidad y la tristeza, rompiendo los límites de la física y la credulidad, hasta desbordar su mito : El Compadre Moncho. Por todo esto y más, te recomiendo leer “Adriano Castillo en: Compadre Moncho. El Cómic”.

Por último, decir que eché de menos mi número autografiado, ya que mi ejemplar llegó sin firma.


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categoría: arte
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