Antes de que lean esta reseña, les confesaré mi primer recuerdo de Dragon Ball, la hora de once en casa de compañeros de curso, en donde veíamos al Kiwi con cinco personas disfrazadas de animales. Mi segundo recuerdo son los álbumes de pegatinas de las diversas sagas de la franquicia de Akira Toriyama.
Mi relación con la saga sigue en la universidad, cuando jugaba “Dragon ball budokkai”, un videojuego de batallas en diversos planetas junto con guerreros superyayayín, y luego, para las protestas del 2011, el viral con las voces oficiales de Freezer, Gokú y otros personajes (abajo), que culminaron con un acto en las Plazas de Armas de múltiples ciudades de Chile con la épica conclusión de una gran bola de energía destructiva en contra de La Moneda, cortesía de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile.
Gokú apoya el movimiento estudiantil
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Otra de mis diversiones universitarias era ver los capítulos de relleno de Dragon Ball Z, siendo mi favorito cuando Dragon Ball intenta aprender a manejar: es tanto el desastre ocasionado que le dan un permiso especial para que pueda volar por todas partes, sin ser molestado por las autoridades.
Y ahora a la película. La existencia de La Batalla de los Dioses tiene ya varios meses de estreno en diversos lugares del mundo, menos en Latinoamérica, esto porque la distribuidora Diamond Films entendió la importancia del doblaje perfecto para la película, que desde su primera exhibición en Latinoamérica, a fines de la década del ochenta, marcó un precedente en la sintonía infantil y juvenil.
En Chile llegó a fines de los noventas y no estuvo exenta de absurdas polémicas. En la época de la transición democrática, la iglesia católica tuvo un excesivo poder de censura, y junto con las iglesias evangélicas intentaban llenar de culpa a los pequeños cristianos por maravillarse con la bondad de Gokú, los trajes shaolín y ofenderse por considerar a Shenlong como un Dios. Salvo por estos sinsentidos, Dragonball tuvo un importante éxito de sintonía, es cosa de salir a la calle y ver decenas de niños intentando teletransportarse, haciendo kame-hame-ha o cantando el rap de Dragonball o el karaoke de la serie en el programa ZooloTV. Otros, más obstinados, deseaban conocer el siguiente nivel de los Sayayin más famosos de la Tierra.
Este nuevo nivel aparece en La Batalla de los Dioses, donde el dios de la destrucción, Birusu (Bills para los amigos), por una premonición onírica busca “al Dios Sayayin”, y para cumplir esa misión viaja a la Tierra para encontrarse con los últimos sayayin del universo, convirtiendo las expectativas épicas y destructivas que se habían instaurado, en una verdadera comedia cósmica.
En La Batalla de los Dioses podrán ver patadas y combos, pero lo más importante no son las bolas de energías, sino las lecciones de vida y humildad que entrega la caprichosa deidad Birusu. Y las situaciones cómicas en el cumpleaños número 38 de Bulma los sorprenderán (con el marciano Pilaf incluido). También destaco el trabajo de iluminación, postproducción y sobretodo el doblaje, aunque no me gusta el entintado minimalista que caracteriza a la saga.
Mi recomendación es que vayan a ver la película porque es divertida, porque Dragon Ball es un clásico del anime que acompaña ya a 3 generaciones de chilenos, pero la razón principal es porque Dragon Ball Z apoyó a los estudiantes con las voces originales, las mismas con la que muchos ñoños crecimos.
por Emiliano Navarrete (Chilenia)
Trailer de La Batalla de los Dioses
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