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Smax: una visión peligrosa

portada-comic-smax-the-charge-of-a-championSmax (octubre 2003-mayo 2004) es una miniserie spin-off de Top Ten de cinco partes traída a nosotros por esa barbada leyenda viviente del cómic conocido como Alan Moore y el dibujante Zander Cannon, que realizaba los bocetos de Top Ten y que aquí puede desplegar completamente su arte (menos realista que el de Gene Ha pero muy acorde con la historia), todo esto bajo el imprint de Moore denominado America’s Best Comics (ABC). Más que obedecer a una indulgente condescendencia, el nombre de la editorial de Moore nos remonta treinta y tantos años atrás a una época en que Marvel solía incluir frases en sus portadas como: “El mejor cómic del mundo” y lo que Moore pretende con ABC, tal y como afirma Geoff Klock en su muy recomendable libro How to Read Superhero Comics and Why, es recuperar algo de la vieja magia que hicieron populares a los superhéroes y clausurar la Edad de Plata “…in an ongoing, enciclopedic, retro/classic housing”.

El ABC del cómic

America’s Best Comics consiste en cinco títulos, todos escritos por Moore, que individualmente examinan la retórica superheróica y operan como un experimento intelectual cuyo mayor mérito es el de llevar las premisas y convenciones del género a sus conclusiones lógicas. Los títulos son: la célebre -y adaptada a la pantalla grande- The League of Extraordinary Gentleman (que explora la relación entre los superhéroes y la literatura de los siglos XVIII y XIX; Tom Strong (que examina el estatus de los héroes pulp y la política fascista del cual emergió la narrativa superheroica); Promethea (que es un comentario sobre el rol de la mujer en un medio casi exclusivamente masculino); Tomorrow Stories (que recupera el método de la Edad de Oro de incluir tres o cuatro historias cortas en un solo cómic); y Top Ten. Este último cómic se lanzó en 1999 con Moore en Guiones, Zander Cannon en bocetos y Gene Ha en el dibujo final y cómo muy bien describe Klock, es un drama al estilo de NYPD Blue (Policías de Nueva York, serie transmitida por Fox) sobre una superfuerza policíaca a cargo de la ley y el orden en Neopolis, una ciudad edificada poco después de la Segunda Guerra Mundial y concebida como un intento por contener los problemas sociales derivados de una alarmantemente expansiva población de superhéroes, heroínas y villanos.

Ahora bien, donde yo digo “superhéroes” en Top Ten dice “science-heroes”, que ciertamente no podemos traducir como héroes-científicos ya que el término no es “scientific-heroes”. ¿Cienti-héroes tal vez?, ¿héroes de la ciencia?, creo que esta última es la forma más adecuada de llamarlos aunque más que evocar la imagen de un supertipo este término pareciera hablarnos de gente como Stephen Hawking o Carl Sagan (desconozco cual es la traducción al español).

El caso es que, cómo se establece en el nº 1 de Top Ten: “Dado que la mayoría de los science-types tienden a tener problemas ajustándose a una existencia ordinaria y usualmente son percibidos como una influencia disruptiva por sus vecinos humanos convencionales, la creación de una ciudad en la que todas las formas de tipos con disfraz pudiesen coexistir productivamente pareció una solución adecuada”.

En Neopolis todo el mundo tiene superpoderes, desde la fuerza policíaca hasta el vendedor de Hot-Dogs y el exterminador de plagas, ¡e incluso las plagas! Particularmente hilarante es Top Ten #9 donde vemos como el apartamento de la madre de uno de los policías está infestado de ratones con superpoderes e indumentarias ad-hoc. Para solucionar el problema se contrata al Ex-verminator, quien trae consigo un grupo de supergatos. La confrontación entre los superanimales va escalando progresivamente y deriva en un “crossover crisis-guerra secreta” para, inevitablemente, terminar involucrando poderes cósmicos en el conflicto (cómo señala el Ex-verminator al constatar que Cosmouse le ha entregado al Saturnian Scraphunter su Pacificador Definitivo para emplear contra Galactapuss). En ésta pequeña escena doméstica podemos encontrar referencias nada menos que a tres sagas épicas del cómic de superhéroes: Crisis en las Tierras Infinitas de DC, las Guerras Secretas de Marvel y la batalla de los 4F contra Galactus.

De San Futuro a Neopolis

 Alan Moore, en la introducción a Top Ten señala: “La razón tras todo esto es intentar realizar algo ya conseguido en otros géneros y medios, pero que, hasta donde llegan mis conocimientos nunca antes se ha intentado en una serie protagonizada por un grupo de superhéroes. A saber, ¿sería posible dotar a un equipo de superhéroes del mismo tipo de ‘drama de conjunto’ que alguien como Stephen Bochco consigue en Canción Triste de Hill Street y el resto de sus series? Si en lugar de una comisaría repleta de policías cuyas historias se cuentan de pasada o continúan y se examinan más detenidamente en el curso de un drama con profusión de arcos argumentales, ¿qué ocurriría si tuvieras un reparto de, digamos, unos diez superhéroes, e hicieras lo mismo con ellos? En lugar de los criminales presentados en Canción Triste de Hill Street, podríamos conjurar una enorme cantidad de supercriminales que incluiría desde el superequivalente de los grandes señores del crimen hasta el de los llorones adictos al crack. Los episodios de interés humano podrían ser tan ricos como divertidos, quizás incluso más divertidos… si incluyeran a personajes con ropa interior larga en lugar de a gente ordinaria”.

Pues bien, en honor a la verdad debo decir que la propuesta del Sr. Moore fue implementada ocho años antes y por un par de compatriotas suyos. En Marshal Law de Pat Mills en guiones y Kev O’Neill en dibujos vemos la misma problemática de la policía de Neopolis. Tal y como escribí en el artículo sobre Marhal Law del Calabozo del Androide #10: “Así como el Batman de Miller se definió como el anti-héroe por excelencia, Marshal Law es un anti-héroe en el sentido más literal de la palabra. No sólo es un héroe con métodos poco ortodoxos si no un sujeto que odia a los héroes con todo su ser y cuyo único propósito en la vida es eliminarlos para lo cual no actúa fuera de los aparatos gubernamentales de defensa sino, irónicamente, dentro de ellos. Batman es un vigilante, un tipo al margen de la ley, Marshal Law (al igual que ese otro famoso personaje británico, Judge Dreed), es la ley”.

Arte y Ñoñerías: dos hermanos con distintos padres

En los Toxic! #1 y #2 vemos a Marshal Law poniendo fin a una pelea ilegal de supertipos; fiscalizando a los superhéroes prostitutos del Hero District de San Futuro; eliminando a dos traficantes de drogas sospechosamente similares a Batman y Robin; y en el más ejemplificador de todos los casos y que podría perfectamente ser una viñeta de Top Ten; atendiendo una “disputa doméstica” que tiene a la voluminosa valkyria Sacred Cow enfretada a su marido Maniaxe a quien acusa de serle infiel, en palabras del Marshal: “…difícil negarlo cuando su amante, Hell´s Kitten, quedó atorada mientras estaba phaseándolo”. El personaje de Sacred Cow alude a los héroes asgardianos comparsas de Thor apropiados por Marvel de la mitología nórdica, Maniaxe es una suerte de Capitán América decadente y Hell´s Kitten toma como base a Kitty Pride de los X-Men quien posee la habilidad de volverse intangible (phase). He aquí uno de esos típicos usos sexuales para los superpoderes que es lo primero en que pensamos durante la adolescencia y una potencial situación para la clase de conflictos con los que Moore deseaba involucrar a sus personajes de Top Ten.

Marshal Law podría haberse convertido en algo muy similar a Top Ten de no haber derivado en una muy divertida pero algo sonsa matanza de superhéroes zombies en las páginas de Toxic!, también jugaba en su contra que el Marshal era el único supertipo de la fuerza policíaca de San Futuro, además de un psicópata masoquista tan peligroso como los criminales que mantenía a raya. Ciertamente que un sujeto muy distinto a Jeff Smax, protagonista de la miniserie que nos ocupa.

Smax el bárbaro

Jeff Smax es uno de los policías de Neopolis, un grandote de color azul y cabellera blanca dotado de superfuerza y capaz de expeler descargas de energía del pecho que, además, posee una espada viviente muy dada a cantar viejas canciones épico-heroicas de la Tierra de su amo, porque Jeff como muchos habitantes de Neopolis no es de la Tierra sino de un mundo paralelo que lo llena de vergüenza. En Smax, Jeff debe regresar a su mundo para atender el funeral de su tío Mack y decide invitar a su compañera policía Toybox. Ésta lo pasa a recoger en un taxi al aparcadero de trailers donde reside para luego dirigirse ambos a Transworld, el terminal de viaje a otras dimensiones, épocas y tierras paralelas. Llegan así Jeff y Toybox a la “atrasada” Tierra 137, un lugar literalmente salido de un cuento de hadas. Los policías buscan alojamiento en una posada y luego visitan el hogar de los padres adoptivos de Jeff, una aldea de diminutas casas de caramelo o con forma de hongos habitadas por enanos. Jeff (o Jaaf como es su verdadero nombre) se reencuentra con su familia y al enfrentarse a su hermana Rexa comunica a todos, para sorpresa y molestia de Toybox, que ésta última es su esposa. Durante el funeral de su tío Mack, Jeff explica a su compañera que la razón por la cual ha dicho que están casados es para no tener que casarse con su hermana, explicación que da paso a la “origin story” de Jaaf Macksun alias Jeff Smax.

Resumiendo, Jeff y su hermana son hijos de un ogro que violó a la madre de ambos, una heroína que intentó matarle. La madre de Jeff sobrevivió al ultraje y el embarazo debido a la poción mágica que le otorgaba fuerza y resistencia superiores, pero no al alumbramiento. El ogro mantuvo consigo a los gemelos que, sin embargo, debieron arreglárselas por sí mismos para procurarse alimento (devorando ganado de granjeros principalmente). El ogro solía golpear a sus hijos hasta dejarlos inconscientes y cuando cumplieron trece años comenzó a abusar de Rexa ante los impotentes ojos de su hermano. Mientras su padre dormía, Jeff se llevó a su hermana lejos de la cueva, buscó un árbol jóven y lo talló hasta convertirlo en una enorme estaca que clavó en medio del pecho del ogro. Cómo esto no lo mató, Jeff le prendió fuego y junto a su hermana observaron como se quemaba durante todo un día. Convertidos en huérfanos, Jeff y Rexa vagabundearon hasta que Mack y Minka los recogieron. “¿Y que era eso de tener que casarse con Rexa?” Pregunta Toybox. Sucede que ella y Jeff han “intimado” desde pequeños, algo que es normal en su mundo y que ahora llena de vergüenza al policía de Neopolis. “¿Entonces te marchaste para evitar el matrimonio con Rexa?”, pregunta Toybox. Jeff contesta vacilante que sí pero hay más. Como él y su hermana comían mucho y era obvio que Mack y Minka no podrían alimentarlos, Jeff se buscó trabajo como asesino de dragones, labor desempeñada eficazmente hasta su enfrentamiento con Morningbright. La derrota que sufriría Jeff a manos de este temible dragón será de tal envergadura que se retirará de su profesión para luego dejar su mundo y marcharse a Neopolis.

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Por supuesto que esta visita a su mundo llevará a Smax a un nuevo enfrentamiento con Morningbright a quien derrotará finalmente con la ayuda de Toybox y la “hermandad” que de acuerdo a los protocolos establecidos por el Departamento de Aventuras Trilogías y Sagas ha debido reunir, y que incluye a Rexa, tres enanos y un elfo.

Si todos los hombres fueran hermanos…

Tal y como ocurre en Top Ten, Smax está repleta de guiños a otras sagas heroicas como La Guerra de las Galaxias, Harry Potter, las novelas ambientadas en Marte de Edgar Rice Burroughs y en particular, El Señor de los Anillos de Tolkien. A lo largo de la historia, Moore instala una serie de situaciones que hilarantemente deconstruyen la dialéctica épico-heroica sin descuidar por ello la problemática que aqueja a los personajes principales, en especial al renuente y avergonzado Jeff que pese a todos sus poderes se siente tan vulnerable como el más normal de los humanos. En ese sentido Smax contiene todos los elementos que uno esperaría en una obra de Alan Moore, pero guarda una sorpresa hacia el final realmente inesperada que me hizo recordar el cuento de Theodore Sturgeon para Visiones peligrosas.

La antología de cuentos Visiones peligrosas de 1967, de acuerdo a su antologador Harlan Ellison, había sido confeccionada según conceptos específicos de revolución, Ellison llega a asegurar en el prefacio: “Esto que tienen ustedes en sus manos es más que un libro. Si tenemos suerte, será una revolución”. ¿Lo fue efectivamente?, yo tengo mis dudas. Tal vez haya que situar esta antología en la época que vio la luz y analizar los relatos contenidos en ella dentro del contexto socio-histórico en que fueron escritas, mi opinión al menos sobre esta antología es que contiene un conjunto de cuentos bastante mediocres y para nada “peligrosos” a excepción del relato de Ted Sturgeon ¿Si todos los hombres fueran hermanos, ¿dejarías que alguno se acostara con tu hermana?

El cuento de Sturgeon propone una reflexión sobre el tabú del incesto, que prohíbe las relaciones sexuales entre padres e hijos y entre hermana y hermano. Hasta el día de hoy no ha logrado encontrarse una explicación convincente a este tabú, pero las investigaciones parecen señalar que tal vez sea una elaboración cultural de una tendencia biológica subyacente para evitar la procreación dentro de un grupo determinado. Esta predisposición se ha detectado entre varias especies animales que tardan en madurar, viven mucho y poseen cierto grado de inteligencia. Clasificación dentro de la cual entramos los humanos y varios primates superiores como los chimpancés, por ejemplo.

Pese a ser uno de nuestros tabúes más poderosos la práctica del incesto ha sido frecuente durante la historia de la humanidad, baste recordar tan sólo a Cleopatra, la última del linaje de los Ptolomeos que era el producto de doce generaciones de matrimonios entre hermanos. Hoy en día el incesto obedece por lo general a razones socio-económicas (hacinamiento, habitaciones deficientes, falta de educación, etc.) y es delito, tal y como la asegura Jeff a su hermana, en la mayoría de los códigos penales del mundo (sin que haya acuerdo eso sí sobre el bien jurídico que se estaría protegiendo al sancionarlo). La tendencia moderna, sin embargo, es excluir el incesto de los códigos penales y dejarlo como mero impedimento para contraer matrimonio.

El protagonista del cuento de Sturgeon le pregunta a su incestuoso interlocutor ¿qué está mal en el incesto, con o sin embarazo?, éste responde: “Aparte de las consideraciones morales, quieres decir? La primera consideración moral es que es un concepto horrendo, porque siempre ha sido horrendo. Biológicamente hablando, diría que no hay nada malo en el incesto”. Y agrega: “Supongo que puedes argumentar que el tabú del incesto es el responsable de la inquietud y el desasosiego que llevaron a la humanidad a salir de las cavernas, pero eso es algo demasiado simple para mi gusto. Hubiera preferido una humanidad que se moviera un poco más lentamente, con más seguridad, y nunca volviera atrás”.

Una lectura que podemos obtener del cuento de Sturgeon es que el incesto sería algo “bueno” erróneamente sancionado. El “final feliz” de Smax , con Rexa mudándose junto a su hermano a Neopolis donde nuevamente darán rienda suelta a sus deseos carnales sin sanción alguna (“nadie tiene que saber que son hermanos”, les dice Toybox) parece apuntar hacia la misma moraleja. Es más, el único que parece aproblemado ante la perspectiva de hacer el amor con su hermana es el propio Jeff, y sólo debido a lo que parecen ser “prejuicios absurdos” adquiridos en su nuevo hábitat ya que se muere de ganas por acostarse con Rexa. Citando nuevamente el cuento de Sturgeon: “La llamada rivalidad entre hermanos es demasiado conocida para describirla, y la frecuencia de amargas rencillas entre hermanos constituye una especie de cliché en la mayoría de las culturas y la literatura. Sólo muy pocos psicólogos se atrevieron a postular la explicación más obvia, es decir, que con enorme frecuencia esos antagonismos son confusos sentimientos amorosos, bien condimentados con horror y culpabilidad. Este esquema demuestra con certeza la causa de los conflictos entre hermanos, y es un problema que una vez expuesto ofrece su propia solución…”, solución que a la luz de las narrativas de Sturgeon, y Moore no es otra que “hacer el amor con tu hermana o hermano”.

Smax y Si todos los hombres fueran hermanos… ciertamente son dos visiones peligrosas que nos invita a reflexionar sobre uno de nuestros mayores tabúes que, de acuerdo a ciertos estudiosos, sería uno de los precios que tuvimos que pagar por ser civilizados.

por Sergio Alejandro Amira

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