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Ciencia Ficción

La ciencia ficción (a.k. ficción especulativa o ficción científica) es la denominación de uno de los 3 géneros ñoños por antonomasia, junto con el Terror y la Fantasía. Un título que es aplicable a todas las formas del arte fantástico.

Entre los estudiosos del género no hay consenso sobre una definición formal, así que el objetivo de este ensayo es crear una que resulte apropiada para nos, la nación Ñoño. Para ello revisaré la historia de la ciencia ficción, crearé una cronología de la sci-fi, buscaré causalidades y relaciones entre escritores, épocas y temáticas, analizaré diversos puntos de vista y finalmente, definiré la ciencia ficción de una forma medianamente correcta, pero perfecta para el uso cotidiano de los ciudadanos de la nación Ñoño.

Uno de los problemas iniciales a la hora de consensuar una definición, radica en una mala traducción del género en inglés. Science fiction no es ciencia ficción, sino ficción sobre la ciencia o de la ciencia. De ahí que resulte mucho más lógico el otro popular nombre que recibe la ciencia ficción: ficción especulativa. Porque la idea inicial era referirse con este término a las novelas que especularan sobre los futuros avances científicos y sus efectos.

El problema comienza, probablemente, al obviar el valor del guion en el idioma inglés. Por ejemplo: science-fiction novel se traduce literalmente como novela de ciencia ficción. Pero no es lo mismo cuando se usan sin guion 2 sustantivos juntos, como es el caso de “science fiction” (p/e cold war es guerra fría, no fría guerra). Por eso, también hay quienes sugieren usar “ficción científica”, como una traducción más apropiada.

Pero más allá del debate lingüístico o las diferencias entre significados y significantes, el concepto Ciencia Ficción ya está arraigado y más que aceptado en nuestra cultura hispanoparlante. Aunque claro, la definición sigue sin consenso.

Otro problema que influye en esto, es que como todo concepto sujeto al uso social, en la medida que se populariza, adquiere vida propia. Por eso, para comprender su evolución, es necesario analizar la historia de la ficción científica.

Historia de la ciencia ficción

Origen

El término «ciencia ficción» fue acuñado por la industria editorial a principios del siglo XX. Antes de su uso masivo, los textos de este tipo recibían diversos nombres, como viajes fantásticos, relatos de mundos perdidos, utopías o novelas científicas.

Sobre su origen preciso, hay varias versiones. La más aceptada dice que un editor de revistas de ficción científica, llamado Hugo Gernsback, creó la palabra «scientifiction» para una de sus publicaciones, pero al poco tiempo se vio obligado a vender la revista que tenía ese nombre. Al hacerlo, también vendió los derechos sobre el término y muy a pesar suyo, ya no pudo usarlo de nuevo. Sin embargo, no cejó en sus empeños y para 1920, Gernsback editaba una de las revistas de género fantástico más conocidas en USA: Amazing Stories. Al no poder ocupar su creación original, el señor Gernsback se vio obligado a crear otro concepto para vender su revista. Así fue como como empezó a usar de forma sistemática el término «ciencia ficción» y para 1926 ya estaba posicionado en la mente de sus lectores.

A pesar de que antes no existía el concepto, el género sí. Ejemplos de libros de esta “proto ciencia ficción” hay muchos. En Francia existían “Le voyageur philosophe dans un pays inconnu aux habitants de la Terre” (1761) de Daniel Jost de Villeneuve y “El año 2440” (1771) de Louis-Sébastien Mercier. En España estaba “Viaje estático al mundo planetario” (1780) de Lorenzo Hervás y “Panduro y el Viaje de un filósofo a Selenópolis” (1804) de Antonio Marqués y Espejo. Por nombrar algunos.

En este contexto, algunos opinan que la primera obra de ciencia ficción, como tal, se remonta a 1818, al Frankenstein o El moderno Prometeo de Mary Shelley. Sin embargo, otros ven elementos de la ciencia ficción en mitos y leyendas de muchos siglos antes (por ejemplo, Dédalo construyó estatuas de madera capaces de moverse solas; o en palabras contemporáneas, robots de madera).

Sin embargo, la mayoría reconoce que la obra maestra de Mary Shelley significó un antes y un después para la literatura de ficción especulativa científica. Claro que el género, y por consiguiente, Frankenstein, no tuvo un inicio fácil. Pero Shelley insistió con otra obra: El último hombre.

En la década de 1830, el estadounidense Edgar Allan Poe se unió al nuevo género con relatos como La incomparable aventura de un tal Hans Pfaal, El poder de las palabras, Revelación mesmérica, La verdad sobre el caso del señor Valdemar, Un descenso al Maelström, Von Kempelen, etc.​ Dichos relatos reúnen algunos de los elementos primitivos de la ciencia ficción, como eran los viajes en globo y la especulación cosmológica, presente en su ensayo Eureka.

En la década de 1850 aparece quien será uno de los autores más prolíficos del siglo XIX en esta área: Julio Verne. La aparición de su obra supone el impulso definitivo para el género, aunque en el señor Verne se aleja del miedo al desarrollo científico y en su lugar, se une al pensamiento de moda por aquella época: el Positivismo.

Cronología de la ciencia ficción

Ciencia ficción primitiva

La rama europea de la ciencia ficción comenzó a mediados del siglo XIX con Julio Verne y se consolida con las novelas de H. G. Wells. Antes, durante y después de estos dos titanes, los relatos y novelas cortas de ficción especulativa aparecía en las publicaciones periódicas de aquella época. Debido a esta proliferación de obras, hubo muchos creadores que utilizaron ideas científicas como sustento de sus narraciones. Por ejemplo, Sir Arthur Conan Doyle también escribió ciencia ficción e incluso Charles Dickens se aventura en el territorio de la especulación científica con su novela Bleak House (1852).

El siguiente gran escritor británico de ciencia ficción fue John Wyndham (1903-1969), a quien le gustaba llamar a sus obras con el nombre de «fantasía lógica». Antes de la Segunda Guerra Mundial, Wyndham escribía para revistas pulp, pero tras la guerra se hizo famoso con sus novelas El día de los trífidos (1951), El kraken acecha (1953), Las crisálidas (1955) y Los cuclillos de Midwich (1957).

También se destaca la figura de Karel Čapek, introductor del término robot en su obra teatral R.U.R. y creador del clásico de la ciencia ficción “La guerra de las salamandras” (1937). España también aportó lo suyo, con el escritor Enrique Gaspar y su libro El Anacronópete (1887). Además, a finales del siglo XIX y principios del XX, numerosos autores escriben relatos, novelas y obras de teatro de ciencia ficción, como Miguel de Unamuno, Azorín, Vicente Blasco Ibáñez, Agustín de Foxá, Ramiro de Maeztu o Jardiel Poncela.

En Estados Unidos el género se remonta a Mark Twain y su novela “Un yanqui en la corte del rey Arturo” (1889), donde el autor usa términos científicos para sustentar su fantasía de un gringo que es transportado en el tiempo hasta, adivinen donde… la corte del rey Arturo. Alguien podría decir que este texto encaja mejor en las novelas de caballería, pero muchos opinan que en el fondo, la obra especula (de forma acertada) sobre la decadencia de las estrategias de guerra de los caballeros europeos, merced de las nuevas armas y las tácticas de la Primera Guerra Mundial.

Otro autor que escribió historias de este tipo, es Jack London. Dentro de aquellas, destaca “The Red One” (sobre extraterrestres), “El talón de hierro” y “La invasión sin precedentes” (sobre el futuro). También escribió una obra sobre la invisibilidad y otra sobre un arma de energía para la que no existía defensa alguna. Estas historias impactaron en el público estadounidense y comenzaron a perfilar algunos de los temas clásicos de la ciencia ficción.

Pero el autor más influyente en el nacimiento de la ciencia ficción en Estados Unidos es Edgar Rice Burroughs. Él inicia su carrera con Bajo las lunas de Marte (1912) y continuó en este género durante el resto de su vida. Aunque por lejos su personaje más famoso fue Tarzán, las historias de John Carter (ciclo de Marte) y Carson Napier (ciclo de Venus) son considerados joyas de la proto ciencia ficción.

No obstante, el nombre de ciencia ficción nace, como ya mencionamos, en 1926 de la mano de Hugo Gernsback y su revista Amazing Stories, dedicada exclusivamente a este género. Aunque el éxito de esta publicación dio origen a otras similares, como Weird Tales y Black Mask, estas revistas no gozaban de la aprobación de la crítica seria. Sin embargo, fue en estas revistas donde empezaron su carrera algunos de los grandes escritores del género, como Howard Phillips Lovecraft, Fritz Leiber, Robert Bloch, Robert E. Howard, etcétera.

La Edad de Oro (1938-1950)

En 1938, el editor John W. Campbell inicia su carrera en la revista Astounding Science Fiction y de su mano se consagran los nuevos maestros del género: Isaac Asimov, Arthur C. Clarke y Robert A. Heinlein. Con ellos, la ciencia ficción ganó su estatus de género literario. También ayudó que autores famosos escribieran obras en clave de especulación científica, como Karel Čapek, Aldous Huxley, C. S. Lewis y en castellano, Adolfo Bioy Casares y Jorge Luis Borges.

Después de la Segunda Guerra Mundial se produce una transición del género y los cuentos breves son reemplazados por novelas con argumentos más complejos. Aunque sin duda, el éxito de las revistas pulp con portadas de monstruos o robots, y mujeres semi desnudas, significó la consagración del género de la ficción científica.

La Edad de Plata (1951-1965)

La primera novela notable de la posguerra no fue escrita por un autor del género. Sin embargo, la fama mundial le llegó a George Orwell después de escribir “1984” (1948). Y a él le siguieron una lista interminable de grandes escritores de ciencia ficción, como Robert A. Heinlein, Isaac Asimov, Arthur C. Clarke, Philip K. Dick, Ray Bradbury, Frank Herbert y Stanislav Lem, entre muchos otros. Aunque los antes mencionados fueron la columna vertebral del género hasta finales de siglo XX.

En cuanto a títulos, de esta época son los clásicos “Crónicas marcianas” y “Fahrenheit 451” de Ray Bradbury, “Mercaderes del espacio” de Frederik Pohl y Cyril M. Kornbluth, “Más que humano” de Theodore Sturgeon, “El fin de la eternidad” de Isaac Asimov, y “Lotería solar” y “El hombre en el castillo” de Philip K. Dick. De nuevo, entre muchos otros.

Por esto, y a pesar de que la academia ha calificado como «edad de oro» a la etapa comprendida entre los años 1938 y 1950, muchos opinan que la época dorada debería extenderse unos quince años, hasta la publicación de la opera magna de Frank Herbert, Dune (1965).

Quizá la razón de esta separación sea porque en esta época, el género toma vuelo propio y se apodera de otras expresiones artísticas, como el cine y la televisión. Por eso, en la nación Ñoño no nos referimos al género como literatura de ciencia ficción, sino que hablamos de obras de ciencia ficción como todas aquellas expresiones artísticas, que se versen sobre la ficción especulativa o científica.

Si esto parece muy amplio, no es nada comparado con la amplitud que tomará el género en los años venideros.

La Nueva Ola

Los años transcurridos entre 1965 y 1972 son el período de mayor experimentación en la historia del género. Los temas tratados en las obras de ciencia ficción se alejaron de los robots e imperios galácticos, y se centraron en tópicos menos explorados, como la consciencia, los mundos interiores, la relativización de los valores morales, etcétera.

Esto dio origen a nuevos subgéneros de la ciencia ficción, como el ciberpunk, el steampunk y otros subgéneros menos populares, como el biopunk o el retrofuturismo. Con ellos nace lo que hoy conocemos como la ciencia ficción moderna o contemporánea.

Ciencia ficción contemporánea

Debido a la amplitud de temas abordados y a la variedad de formas tomadas, la ciencia ficción se ha dividido en varios subgéneros, muchos de los cuales agregan el postfijo «punk» a sus nombres. Esto por analogía con el «ciberpunk», que fue el primero en usarlo. Algunos de estos subgéneros son:

Otros subgéneros popularmente aceptados son:

La proliferación del género en otros medios

Aunque la ciencia ficción está ineludiblemente ligada a las revistas pulp y a través de ella, a la literatura, la popularidad del género y su avasallador éxito lo hizo mutar y adaptarse a casi todos los formatos del arte fantástico. Para revisar este fenómeno, comencemos con el formato más popular: la caja idiota.

Televisión

La ciencia ficción apareció en televisión durante la época de oro del género, primero en Gran Bretaña y después en Estados Unidos. Debido a su formato audiovisual, la televisión necesita menos explicación para dar verosimilitud a sus historias y como resultado, los límites del género son percibidos de forma menos estricta que en los medios impresos.

Al expandir los límites del género, guionistas y espectadores aceptan estándares cada vez más fantásticos, lo que provoca que el género de la ficción especulativa científica se expanda y desde mi punto de vista, transforma para siempre el espíritu original de la science fiction y consagra el concepto de ciencia ficción que hoy usamos.

Los programas de televisión más famosos y duraderos de este género son Doctor Who, Star Trek, Galáctica y Stargate, entre otros.

Cine

La ciencia ficción ha existido desde los inicios del cine, quizá porque la tecnología usada para la reproducción de películas en la pantalla grande, era considerada casi ciencia ficción durante sus primeros años. La primera filmación de este género debe ser la adaptación que hizo Georges Méliès del clásico de Julio Verne: De la Tierra a la Luna. Sin embargo, desde la década de 1930 hasta la de 1950, el género se limitaba a la producción de películas de cine B. Quizá esto se debía a la mala calidad de los efectos especiales.

Fue solo tras el éxito de 2001: A Space Odyssey (1968) de Stanley Kubrick, que el cine de ciencia ficción fue tomado en serio. Después de 2001, las películas de este género tuvieron altos presupuestos y junto con ello, increíbles mejoras en sus efectos especiales. Películas como Star Wars o Close Encounters of the Third Kind allanaron el camino de los grandes éxitos de los años siguientes, como Alien: el octavo pasajero (1979), Flash Gordon (1980), E.T., el extraterrestre (1982) y Blade Runner (1982).

Hoy nadie duda de que la industria cinematográfica está íntimamente ligada a este género, ya sea mediante la adaptación de cuentos y novelas, o a través de guiones creados especialmente para la pantalla grande.

Narrativa Gráfica

La historieta o cómic de ciencia ficción constituye uno de los géneros más relevantes en la industria editorial del Noveno Arte. Ha estado presente durante toda su historia, pero fue entre 1970 y 1980 el mayor auge en este medio, que popularizó el género entre millones de lectores.

Debido a que este formato solo requiere del talento e imaginación de un ilustrador y un guionista, los límites para el género se expandieron hasta el infinito y más allá. Incluso las editoriales más reconocidas, por ejemplo DC Comics y Marvel, usaron y abusaron de la ciencia ficción para crear revistas y novelas gráficas.

Videojuegos

El videojuego, por ser una tecnología nueva, se adaptó muy bien al género de la ciencia ficción. Quizá el primer ejemplo de esto sea el Space Invaders (1978), pero pronto le siguieron un sinfín de nuevos juegos.

Incluso los populares pinballs o flippers (como los llamamos en Chile), usaron temáticas de ciencia ficción para decorar y diseñar las máquinas. Aunque muchos dirán que estos juegos no son videojuegos, están íntimamente ligados a los inicios de los populares Arcade, pues se solían instalar en los mismos establecimientos comerciales.

Otros formatos

Aunque la ciencia ficción nace como una forma de narrar historias y por lo tanto, usado en aquellas expresiones artísticas que se dedican a ello, también podemos ver ejemplos de ciencia ficción en la arquitectura, la pintura, la escultura, la fotografía y en casi cualquier obra que utilice la ciencia y la tecnología como fuente de inspiración.

No se puede dejar de mencionar el poder de la ciencia ficción en la radio. El mejor ejemplo de esto fue la obra “La guerra de los mundos” (inglés: “The War of the Worlds”), radiotransmitido por “The Mercury Theatre on the Air”, y dirigido y narrado por el actor y director Orson Welles. El programa era una adaptación de la novela “La guerra de los mundos” de Herbert George Wells de 1898 y se emitió en directo como un episodio especial de Halloween, a las 9 p.m. un domingo del 30 de octubre de 1938. Este programa radial es famoso en todo el mundo mundial porque causó pánico en su audiencia y la leyenda dice de que millones de estadounidenses se asustaron por la supuesta invasión extraterrestre.

Ciencia ficción hard y soft

Como se puede ver, la ciencia ficción ha evolucionado mucho desde sus orígenes. De esas primeras historias que especulaban sobre los límites de la ciencia y la tecnología, hemos llegado a obras que hablan hasta de metafísica. Esta amplitud del género, tanto en su fondo como en su forma, ha provocado que algunos académicos piensen en nuevas clasificaciones para la ciencia ficción.

Ejemplo de esto son 2 populares categorías: ciencia ficción dura y ciencia ficción blanda. Estos conceptos se refieren a dos tendencias opuestas a la hora de elaborar los planteamientos científicos sobre los que se basa la obra.

La ciencia ficción hard, o dura, es aquella en que los elementos científicos y tecnológicos son tratados con el máximo rigor, incluso cuando entran dentro de la especulación. En este sentido, se puede decir que la ciencia ficción dura releva el espíritu original del género, aquel que se describe de mejor manera bajo el nombre de ficción de especulación científica.

En contraposición, a la ciencia ficción blanda no le interesa el rigor científico y antepone a ello, el interés estético de la obra. Gracias a esto, las obras mejoran en su calidad e incorporan a las ciencias sociales como parte de su acervo. Esto permite que la imaginación de los creadores se dispare hasta límites antes impensados.

Obviamente la distinción entre las dos vertientes es bastante difusa, más aún si el límite entre ambas es el valor estético de la obra. Sin embargo, esta visión aporta otro grano de arena a nuestro conocimiento del género y a su vez, a la búsqueda de una definición de la ciencia ficción.

Conclusión

Como se puede apreciar a través de este ensayo, el genero ha evolucionado mucho desde sus orígenes hasta nuestros días. En sus principios especulaba con los avances científicos y tecnológicos, luego expandió sus fronteras hasta el espacio cercano y siguió viajando hasta los límites del universo. Luego retornó al centro, a la esencia del ser humano y rescató el valor estético de las obras. Pero no se detuvo ahí y siguió con su mutación, y para ello amplió sus temáticas y abarcó las ciencias sociales e incluso las búsquedas espirituales comenzaron a entrar dentro de su ámbito de acción. Y aún después de tanto tiempo, el género no ha encontrado límites y su universo, al igual que le nuestro, se sigue expandiendo.

Por ello, intentar limitarlo por su temática o su rigor científico es un trabajo imposible. Más complejo aún si queremos clasificarlo por su calidad estética. Además, hoy vemos obras steampunk, un subgénero de la ciencia ficción, que están más orientadas a la fantasía. O incluso, obras que imaginan tecnologías que usan el alma humana para como fuente de energía. Y así, un sin fin de trabajos que usan argumentos que suenan más a magia que a ciencia.

Si esto parece poco, también los géneros y subgéneros comienzan a mezclarse, por lo que la ciencia ficción no solo puede invadir el terreno de la fantasía, sino que también se cruza con el género del terror, como vemos en Alien, Depredador o Fall Out.

Por ello, considero que por si mismo no es posible delimitar a la ciencia ficción y por lo tanto, tampoco se puede definir. Al menos, no de las formas que antes vimos.

Sin embargo, hoy vivimos una época en que las disciplinas se aúnan para progresar y crecer, y por lo tanto, cabe otra forma de encontrar una definición: cooperar. Para eso usaré los otros dos géneros ñoños para delimitarla y usaré al autor como eje central en la definición de su obra. De esta forma definiré al mismo tiempo los tres géneros ñoños por antonomasia: ciencia ficción, terror y fantasía.

Definición de ciencia ficción

Hablamos de una obra de ciencia ficción cuando el autor, independiente de la temática o lugar donde transcurre la trama, usa la ciencia y/o la tecnología para explicar los acontecimientos fantásticos que ocurren en la historia.

Por extensión, una obra es de fantasía cuando el autor, independiente de la temática o lugar donde transcurre la trama, usa la magia y/o la fantasía para explicar los acontecimientos fantásticos que ocurren en la historia.

Una obra será de terror cuando la intención del autor sea provocar miedo en el receptor de su obra, independiente de la explicación que dé a los acontecimientos fantásticos que ocurren en la historia. Y asimismo, será de fantasía o ciencia ficción, si la intencionalidad del autor es sorprender y/o maravillar al receptor de la obra.

Esta definición aplica a cualquier forma que tome la obra de arte ñoño, y cualquiera sea el tipo receptor de la misma (lector, espectador, oyente u otro).


Material adicional

Para facilitar el debate y entregar mayor información, agrego más contenido multimedia, con el fin de ampliar la visión de la historia de la Ciencia Ficción a los ciudadanos de la nación Ñoño.

Imágenes de ciencia ficción

Otros puntos de vista


¡Al fin terminé!

Pero antes diré que si bien, al definir ciencia ficción también definí la fantasía y el terror, igual voy a desarrollar ensayos similares para los otros dos géneros fantásticos y así, espero lograr un cuerpo coherente que le dé más valor a este texto.

Finalmente, decir que el portal Ñoño es tu entrada a un universo de fantasía, terror y ciencia ficción.


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